Doña Eulalia es una mujer conservadora, representa la otra España anclada en el pasado, y no solo anclada, sino nostálgica de "una España grande y libre" como decían. Ella y su marido, clase pudiente gracias a su posición y a beneficiar al régimen; comenzaron a perder el nivel de vida al que estaban acostumbrados con la caída del Régimen.

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Su marido, el padre de Fernando; dejaba muy claro cual era su posición, la casa. El pasado trabajo de Eulalia como bailarina y cantante tuvo que finalizar, y se eliminó completamente cuando llegó Fernando y el cuidado de este "recayó" sobre ella. Su carrera truncada no la une al carácter autoritario de su marido, sino a su hijo, algo que le recuerda y le muestra con sus continuos reproches.

 

Su casi odio hacia su hijo viene también de la dedicación de su marido a su "único hijo varón", enseñándole en la sastrería, lugar prohibido para ella por el simple echo de ser mujer. Reproches y celos la caracterizan en lo que refiere a su hijo. Tras la muerte de su marido, ella ejerce como si las normas establecidas por él aún fueran vigentes. Sin él, sigue encerrada en casa, aferrada a la teletienda y a cien de barrio, que le muestra una y otra vez, aquel mundo que amaba y del que se alejó. Su único momento fuera de casa es para hablar con el otro hombre de su vida, Dios.